Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

martes, 24 de noviembre de 2015

Prohibido hacer fotos

Esta mañana me han llamado la atención por hacer una foto con el móvil en el interior de la pastelería Cala-Millor en Las Rozas. Vi que ya habían colocado la decoración navideña y cuando me disponía a retratar las guirnaldas para subirlas a Instagram como prueba de que cada año nos adelantamos más a la Navidad, la dependienta me indicó amablemente que estaba prohibido hacer fotos en el establecimiento. Con el sobresalto no me dio tiempo ni a enfocar, así que esto es lo que logré captar con la cámara del teléfono.


Como es lógico le hice saber mi sorpresa ante tal prohibición, sobre todo cuando hacía algunas semanas, coincidiendo con el Día del Pan, yo misma había fotografiado en ese mismo lugar una hucha en la que recogían donativos para una ONG, con la intención de subirlo a twitter y alabar la política de responsabilidad social corporativa de esa compañía. 


Sí, vale, tampoco me quedó muy allá la foto. Tengo que cambiar de móvil... lo que no sé es cuándo.
Volviendo al tema, la empleada me explicó que en aquella ocasión yo había pedido permiso, pero hoy no. Y concluyó con que habían pillado a gente de la competencia haciendo fotos de los productos y sus precios, y querían evitar que la gente copiara el gran trabajo que con enorme esfuerzo hacía su jefe. Así que el primer filtro para detectar a piratas era ese: cuando la gente pedía permiso para hacer la foto, dejaba de ser sospechosa y automáticamente se entendía que sus intenciones eran buenas… No sé que oscuros y retorcidos propósitos podría yo perseguir con el gesto de fotografiar una guirnalda de Navidad.

El año pasado me ocurrió algo parecido en Mercadona. Me habían encargado comprar unas cuchillas de afeitar. Como es un campo que no domino, fotografié la estantería donde estaban colocados los productos para enviar la imagen por whatsapp y consultar. En el mismo momento que le di al disparador, oí una voz que me decía “no se pueden hacer fotos”. Era una empleada con cara de malas pulgas a la que no le importó que yo le confesara mi asombro. Compartí en las redes sociales el episodio y recibí algunos comentarios jocosos hablando de espionaje industrial. La única reacción de la empresa fue un mensaje en Twitter de su Community Manager pidiéndome que llamara al teléfono de atención al cliente para tratar el tema. Por supuesto, ni me tomé la molestia.  

Hace poco leía un interesante artículo en El País donde explicaban cómo las redes sociales y el mundo virtual han venido a cambiar las reglas del juego en todos los ámbitos, y se centraba en el mundo del teatro, donde se ha pasado de la prohibición total de captar imágenes durante las representaciones a casi pedir al público que haga fotos y las suba a internet para dar difusión a la función y que sirva de publicidad gratuita para la obra.

Y así pasa con todo. El dueño de Cala-Millor -y también el de Mercadona- no deben entender que un par de fotos hechas por clientes, acompañadas por comentarios en las redes sociales sobre lo acogedor que está su local, el espíritu navideño que se respira en su interior o lo sabrosos que están sus productos, pueden ser mejor reclamo –y más barato- que un faldón en un periódico. Y que quizá haya que correr el riesgo de que te venga a espiar la competencia si, a cambio, consigues entrar en el 2.0 por la puerta grande, la de la promoción de tu propia clientela. El posible daño que pueda hacerte un desaprensivo utilizando una imagen robada siempre será un diminuto grano de arena dentro de la inmensidad de playa en que pueden convertirse los testimonios virtuales de adhesión si realmente haces bien tu trabajo. 

1 comentario:

  1. Lo del cargito de Manolito!De una total desconocida a la Encargada Nones.Mis delicias es más barato y lleva más tiempo en el barrio!

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